Ayer compre un regalo para una persona muy especial. Y como especial que era, el regalo también lo era. Unas preciosas muñequeras. No, no pretendía atarla a mi, no quería coartarla, silenciarla, mermar su tan ansiada libertad, nunca me gustaron las jaulas, por mucho oro que las recubriera. No quería que renunciase a nada, no he venido a encerrarte en mi vida, tal vez compartirla. Solo quería ponértelas y jugar contigo, jugar al juego del amor. No pudo ser, pero eso es otro cuento...
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