lunes, 2 de junio de 2014

Verano.

... Al segundo dia de acostarnos me llevo al baño y comenzó ha afeitarme el coño con una vieja maquina de cortar el pelo, seguidamente saco una cuchilla de afeitar que el mismo había traído  y siguió  concienzudamente  hasta dejarme el coño completamente rasurado. Yo estaba, entre sorprendida, alucinada y feliz. El gemía en medio de la faena. Tranquila, ya veras que hermosura, te voy a dejar la perla preciosa. Mas preciosa de lo que jamas has imaginado que tienes entre las piernas.
 Yo estaba encantada, a la vez que sorprendida.
Enseguida me acostumbre. Y tanto que me acostumbre, ya no concibo ni un solo pelo en mi sexo. Ni en el de mis compañeros de juegos. El también iba rasurado. A su lado todos los hombres normales me parecían trogloditas. Y es que amantes así nacen muy pocos. El muy cabrón! Donde no llegaba con lo que la naturaleza le había otorgado, lo hacia con infinitos juegos y aparatos de lo mas diverso. Me los presentaba con una diplomacia digna de una madre o su mejor amigo. Y me susurraba, ya veras como te va a gustar, o con esto vas a ver a Dios... Y joder si lo veía y tanto que lo veía. A el y a los doce apóstoles en 3D. Era bárbaro. En nuestros días gloriosos, bien parecíamos dos estrellas del porno. Dos Pornostars...

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