domingo, 6 de diciembre de 2015

Mininos en femenino.


Vivía en un pueblo cercano a Barcelona, en una pequeño y precioso apartamento, realmente era un nido de amor. Era elegante, guapa, lista, independiente, esa clase de mujer de la cual uno se siente realmente orgulloso y privilegiado por tenerla a su lado. Introvertida, feliz, sonriente. En la cama se mostraba tímida, apasionada, cariñosa, abierta. Pero la timidez la podía. 
He visto correrse a cientos de mujeres, de todas las formas posibles, todas ellas espectaculares en el momento de la explosión. 
Pero ella. Ella era simplemente increíble. No gritaba, maullaba. No mordía, arañaba. No gemía, ronroneaba. Te abrazaba como un gato. Era capaz de hacer temblar a su amante, de hacerle rendirse en cada orgasmo, era deliciosa. Esa ternura con la que se corría, ese orgasmo que salía de lo mas profundo de su timidez, de su cerrado corazón. Daban ganas de abrazarla hasta formar un solo cuerpo con ella, de espachurrarla contra uno. Jamas note tanto sentimiento, tanta profundidad, tanta alma en un orgasmo, jamas. Era un gateta.
QBB

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